Algo inédito ocurrió en Madrid en el verano de 1998. Los personajes de los libros de Opera Prima ocuparon las calles del centro para reivindicar su presencia en el panorama
narrativo. ¡Basta ya de listas de libros más leídos! ¡Vivan los lectores inquietos! Sí, una algarabía de gentes alzaba su voz: estudiantes, viandantes, escritores, editores, un cura, un cabo moribundo, un guardia civil de novela y otros extravagantes personajes revolucionaron la ciudad.
Porque todos tenemos derecho a ser leídos y son las personas de a pie las que deben valorar un trabajo creativo. Y lo consiguieron. Abriendo pasos a la edición independiente. Enriqueciendo un panorama previsible y dominado por una minoría. Gracias a esas acciones culturales y creativas, podemos disfrutar hoy de una mayor diversidad y de un mercado mucho más abierto, plural e interesante.